Hola a todos los que me seguís. Tenéis que reñir a Ana porque con tanto rollo como trae no me deja escribir cada semana, que era mi compromiso cuando abrí el blog, las culpas a los seres humanos siempre.
En esta ocasión me ha tocado viajar con Ana a Zaragoza, y, aunque luego puede ser muy divertido, en los viajes pasan cosas que hoy quiero contaros desde mi punto de vista.
El viernes fui como un día normal al trabajo al hospital, y cuando salimos en lugar de ir a casa como siempre, fuimos a la estación de tren, subimos a uno y me dormí un buen rato debajo del asiento, tuvimos suerte la verdad, y nos tocó primero viajar junto a a una chica muy agradable, que se bajó a medio camino y subió otro chico, que también me cayó bien, y viajamos bien todos juntos.
La cosa es que en un momento me desperté, bajamos del tren y me encontré en un sitio totalmente diferente de Sevilla. Todo olía diferente, pero sobre todo, hacía bastante más frío, y mucho, mucho viento.
No estoy acostumbrada a que el viento sople fuerte, así que esto me dificulta un poco mi trabajo, me siento un poco agobiada.
Como he dicho todos los olores eran diferentes, así que me apetece olerlo todo, y de pronto aumenta mi necesidad de hacer pis, como si eso me diese seguridad. Ya sé que eso interrumpe un poco mi trabajo, pero un poco de paciencia, que todos tenemos momentos difíciles, ¿verdad?
Luego trabajo bien, que soy súper profesional, pero a veces en sitios nuevos siento esa necesidad de parar a hacer pis con más frecuencia cuando voy guiando.
Vinieron a recogernos Raúl y Sandra, y me pongo muy contenta, y me encontré con Salsa y Rumba, que son dos labradoras con las que lo paso genial, y me porto un poquito peor de lo habitual, así que luego me ponen el arnés y tardo un poco en centrarme, menos mal que Ana ya va entendiendo estas cosas y tiene paciencia para esperar unos segundos y centrarnos en lugar de reñirme, ella confía muchísimo en mí y sabe que no voy a fallarle, que son solo ligeros cambios pero que siempre trabajaré bien y que en cuanto me ubique en el nuevo entorno o volvamos a casa todo circula como siempre, sin ningún problema.
Otra cosa que a veces cambia mucho en los lugares a los que viajamos es el sitio donde vamos a hacer nuestras cositas, no hay ninguno de mis olores habituales, y además, a veces vamos a sitios con césped, lo cual me encanta, pero otras veces es todo asfalto y, aunque estoy acostumbrada, me cuesta más encontrar sitio y saber cosas como esas que decís los humanos de poder hacer pis en esta zona, pero en esta no porque es una calle peatonal, jolines, para mí es asfalto igual, ¡qué lío! Aquí los perros necesitamos un poco de comprensión o de ayuda.
Esta parte puede ser la más difícil, porque es difícil para mí, y también para Ana porque habitualmente en una ciudad nueva tampoco ella conoce el entorno, así que no nos reprochamos nada una a la otra, comprensión por ambas partes.
En general el fin de semana ha sido súper divertido y genial, hemos tenido mucho tiempo de juego con mis amigas Rumba y Salsa, y muchos paseos.
Raúl y Sandra son mis amigos y me tratan súper bien, y me permiten hacer maldades. En su casa estoy genial, incluso con el gato Canuto, que lo miro de reojo por si acaso, pero es mi amigo.
Al final los viajes pueden ser divertidísimos o no, pero aunque lo sean tienen estas dificultades que os he contado para los perros, también para los que no son guía, a todos nos cambia el entorno, y para todos nosotros eso requiere una readaptación, por eso hoy os lo quería contar, para que si viajáis con vuestros perros lo sepáis y por un lado no os sorprendan los cambios, y por otro pues nos ayudemos todos.