Hoy es mi cumpleaños

Muriel vista de cerca

Pues sí, hoy vuelvo tras mucho tiempo sin escribir para contaros que hoy es mi cumpleaños. Cumplo ya ocho años

Por lo visto, he escuchado por aquí que a los ocho años empieza la edad geriátrica en los perros, y en el hospital donde voy a trabajar con Ana me han hecho una fiesta para celebrar mi octavo cumpleaños, y que será el último cumpleaños como perra trabajadora. Aquí empieza mi jubilación progresiva

Ana está un poco triste, dice que tenemos que adaptarnos las dos, pero merezco ser un perro y disfrutar de ser simplemente eso, un perro sin ninguna responsabilidad de trabajo. Ya he trabajado suficientes años y, aunque trabajando también he sido muy feliz y he tenido tiempo de disfrutar mucho, ahora disfrutaré solo del tiempo libre y el descanso, y de ser perro sin desgaste físico ni mental

La jubilación será progresiva y despacito, pero antes del próximo cumpleaños estaré definitivamente jubilada seguro.

Muchas personas han preguntado a Ana que si después de la jubilación me iré con otra familia, que pensaba que no pueden convivir 2 perros guía a la vez. Quiero aclarar que esto no es cierto

Nadie viene a separarnos obligatoriamente de nuestra familia tras dejar de trabajar. Yo me quedaré siempre con Ana, y ya veremos si viene otro compañero con ganas de trabajar o no, pero lo que es seguro es que seguiré formando parte de la familia de Ana, seguiré viviendo en casa y seguiremos juntas

He tenido regalitos, me han regalado chuches y un collar con un pañuelo Super chulo. Tengo mucha suerte, todo el mundo me quiere mucho y siempre me han tratado muy bien en el trabajo. Ahora las chicas dicen que organizaremos quedadas solo para verme cuando ya no vaya al hospital cada día ja ja.

Soy la estrella!E

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Hoy me quedo en casa

Muriel vista de cerca

Pues sí, hoy me quedo en casa y no me toca trabajar.

Resulta que Ana y sus compis de trabajo han quedado para salir a comer y fiesta después de terminar el trabajo, y yo me quedo en casa.

A veces los perros guía no acompañamos a nuestros humanos, aunque esto suponga que ellos estén un poco más limitados, Ana sale de casa con bastón y después va con sus amigas, ella nota mucho más mi ausencia que yo la suya, ¡soy tan fantástica!, pero a veces es mejor así porque por ejemplo en una comida como esta, tengo que pasar 3 o 4 horas debajo de una mesa, con muchísima gente, mucho ruido, se levantan a saludarse y me dan o me pisan sin darse cuenta, y, si no es necesario, no tengo que pasar por eso.

Los perros guía estamos acostumbrados a restaurantes y todo tipo de sitios, pero en comidas tan grandes, que duran tanto y que además terminarán en algún sitio con música, pues no estamos cómodos, y tanto Ana como yo preferimos que me quede en casa por mi bien, aunque eso suponga que Ana ese día se encuentre más insegura en sus desplazamientos, y además me eche mucho de menos. En realidad, puede desplazarse con bastón por una vez.

También puedo quedarme en casa en otras ocasiones porque me ponga malita, una herida, una enfermedad, lo que sea. Tengo derecho a baja laboral, como cualquier trabajador, y ese día Ana tiene que apañarse sin mí, con su bastón, como antes de mi llegada.

Yo me quedo descansando en casa, y la madre de Ana y Jose me llevan ese día de paseo y a hacer pis hasta que Ana vuelva.

Otro día os contaré mis aventuras y maldades cuando Ana no está en casa, pero que no se entere!

de aniversario

Muriel vista de cerca

¡Hoy Ana y yo estamos de aniversario!

El 25 de febrero de hace ya 6 años nos conocimos y desde entonces hemos cambiado mucho mucho, tanto ella como yo, pero siempre para bien.

El próximo mes de junio cumpliré ya 8 años, y Ana empieza a comentar que pronto voy a jubilarme, conste que yo estoy súper bien, que no tengo ningún dolor, y que de momento siempre tengo ganas tanto de caminar y trabajar, como también de correr y jugar, pero por lo visto a los 8 años empieza en los perros la edad geriátrica, aunque creo que Ana no piensa dejar que me jubile hasta los 9 jaja.

Lo que tenemos claro las dos, Ana y yo, es que desde aquél 25 de febrero del año 2013 hasta el último día que la vida nos permita, no nos separaremos nunca, y que durante los 6 años que llevamos juntas he cuidado extraordinariamente bien de Ana, y lo seguiré haciendo, y ella lo hará conmigo cuando yo me haga mayor y lo necesite.

Hemos tenido mucha suerte las dos de conocernos y de que Cristina, mi instructora, decidiera que Ana y yo seríamos buen equipo y que viviríamos juntas.

Hoy es cortita la cosa, pero esta mañana me acordé que estábamos de aniversario y os lo quería contar.

mi trabajo como guía

Muriel en el tranvía de Zaragoza a los pies de Ana

Me gusta mi trabajo, eso es lo que quiero contaros hoy.

cuando Ana coge mi arnés de guía yo siempre, siempre voy contenta, primero porque eso indica salir a la calle, y eso, para mi, siempre es positivo. Por otro lado me gusta porque me siento bien haciendo mi trabajo, es una colaboración en equipo, me gusta colaborar con ella, me premia mucho y además es como una simbiosis, hago algo útil, Ana dice que mucho más útil de lo que yo puedo llegar a imaginar.

En esto del trabajo hace mucho el vínculo, tenemos un buen vínculo, nos queremos y también nos respetamos, y eso hace que trabajar sea cómodo y agradable, siempre que no tenga dolor, ni miedo, yo voy feliz trabajando, no me resulta negativo.

Para mí además, habitualmente ni siquiera es algo difícil, rutinariamente son siempre los mismos caminos y las mismas cosas, y es algo que tengo tan controlado, que aunque lógicamente si requiere mi concentración, no es un esfuerzo inmenso. En sitios desconocidos a veces un poco más, eso si, pero el trabajo diario me gusta y es fácil. Casi siempre sé lo que va a pasar y eso me da seguridad.

En ocasiones si que Ana me pide cosas más difíciles, como por ejemplo guíar a dos personas juntas, eso es más difícil porque no estoy entrenada para ello, y no sé calcular bien el espacio a respetar para que la persona que no es Ana no tropiece, pero como lo saben, a cambio nadie me riñe, me dejan bajar el ritmo del paso si yo lo veo necesario, y si hay algún tropiezo leve nadie me riñe porque saben que estamos haciendo algo difícil para mí, pero lo hago, porque quiero a Ana y si me lo pide lo hago, y también si lo hago bien me premia doblemente, miles de fiestas y felicitaciones.

Cuando volvemos de vacaciones o de puente largo, me da alegría volver al puesto de trabajo habitual, Ana y sus compis dicen que soy la única que entra súper contenta en el hospital, pero es que para mí no es mal sitio. Me tratan bien, tengo mi sitio de descanso con mi colchoneta,acceso a beber agua siempre que quiera, no estoy encerrada nunca, eso no, estoy donde está Ana y sus compis, incluso llego a ver a los pacientes que entran en la sala.

Me da seguridad saber siempre lo que va a pasar en ese sitio, y que puedo interactuar con mis compis humanos, lo tengo todo controlado.

Ya lo véis, si lo miramos como una colaboración entre perro y humano que se quieren, resulta mucho más fácil comprender que no es desagradable, que hasta soy feliz haciéndolo.

Cambios en los viajes

Ana y Muriel en una estación de tren

Hola a todos los que me seguís. Tenéis que reñir a Ana porque con tanto rollo como trae no me deja escribir cada semana, que era mi compromiso cuando abrí el blog, las culpas a los seres humanos siempre.

En esta ocasión me ha tocado viajar con Ana a Zaragoza, y, aunque luego puede ser muy divertido, en los viajes pasan cosas que hoy quiero contaros desde mi punto de vista.

El viernes fui como un día normal al trabajo al hospital, y cuando salimos en lugar de ir a casa como siempre, fuimos a la estación de tren, subimos a uno y me dormí un buen rato debajo del asiento, tuvimos suerte la verdad, y nos tocó primero viajar junto a a una chica muy agradable, que se bajó a medio camino y subió otro chico, que también me cayó bien, y viajamos bien todos juntos.

La cosa es que en un momento me desperté, bajamos del tren y me encontré en un sitio totalmente diferente de Sevilla. Todo olía diferente, pero sobre todo, hacía bastante más frío, y mucho, mucho viento.

No estoy acostumbrada a que el viento sople fuerte, así que esto me dificulta un poco mi trabajo, me siento un poco agobiada.

Como he dicho todos los olores eran diferentes, así que me apetece olerlo todo, y de pronto aumenta mi necesidad de hacer pis, como si eso me diese seguridad. Ya sé que eso interrumpe un poco mi trabajo, pero un poco de paciencia, que todos tenemos momentos difíciles, ¿verdad?

Luego trabajo bien, que soy súper profesional, pero a veces en sitios nuevos siento esa necesidad de parar a hacer pis con más frecuencia cuando voy guiando.

Vinieron a recogernos Raúl y Sandra, y me pongo muy contenta, y me encontré con Salsa y Rumba, que son dos labradoras con las que lo paso genial, y me porto un poquito peor de lo habitual, así que luego me ponen el arnés y tardo un poco en centrarme, menos mal que Ana ya va entendiendo estas cosas y tiene paciencia para esperar unos segundos y centrarnos en lugar de reñirme, ella confía muchísimo en mí y sabe que no voy a fallarle, que son solo ligeros cambios pero que siempre trabajaré bien y que en cuanto me ubique en el nuevo entorno o volvamos a casa todo circula como siempre, sin ningún problema.

Otra cosa que a veces cambia mucho en los lugares a los que viajamos es el sitio donde vamos a hacer nuestras cositas, no hay ninguno de mis olores habituales, y además, a veces vamos a sitios con césped, lo cual me encanta, pero otras veces es todo asfalto y, aunque estoy acostumbrada, me cuesta más encontrar sitio y saber cosas como esas que decís los humanos de poder hacer pis en esta zona, pero en esta no porque es una calle peatonal, jolines, para mí es asfalto igual, ¡qué lío! Aquí los perros necesitamos un poco de comprensión o de ayuda.

Esta parte puede ser la más difícil, porque es difícil para mí, y también para Ana porque habitualmente en una ciudad nueva tampoco ella conoce el entorno, así que no nos reprochamos nada una a la otra, comprensión por ambas partes.

En general el fin de semana ha sido súper divertido y genial, hemos tenido mucho tiempo de juego con mis amigas Rumba y Salsa, y muchos paseos.

Rumba, Muriel y Salsa caminando juntas

Raúl y Sandra son mis amigos y me tratan súper bien, y me permiten hacer maldades. En su casa estoy genial, incluso con el gato Canuto, que lo miro de reojo por si acaso, pero es mi amigo.

Al final los viajes pueden ser divertidísimos o no, pero aunque lo sean tienen estas dificultades que os he contado para los perros, también para los que no son guía, a todos nos cambia el entorno, y para todos nosotros eso requiere una readaptación, por eso hoy os lo quería contar, para que si viajáis con vuestros perros lo sepáis y por un lado no os sorprendan los cambios, y por otro pues nos ayudemos todos.

mitos sobre comida

Muriel en el tranvía de Zaragoza a los pies de Ana

Hoy vamos a intentar romper algún mito más de los que existen sobre los perros guía.

 

Escucho muchísimo hablar sobre el tema de dar comida a los perros guía. Mucha gente dice que solo trabajamos por comida, y que por eso tenemos qe tener hambre. Quiero deciros que esto no es verdad. A mí me gusta trabajar, trabajo con alegría y trabajo porque Ana y yo formamos un fantástico equipo en el que nos queremos y respetamos, y me gusta agradar, me gusta ayudarla y, claro que sí, me gusta que me premie por ello, pero no trabajo solo por la comida, de hecho me ha tocado una compi humana que dice que trabaja en positivo sí, pero que la verdad premios de chuches mientras trabajo me da poquísimas, por no decir ninguna.

 

Por supuesto, tengo mi horario de comida, y cuidan muchísimo mi alimentación, y también me cae algún extra, por ejemlo cuando llegamos al hospital donde trabaja Ana o cuando me cepillan, porque a mí no me gusta mucho el cepillado.

 

Es cierto que a los perros guía no se nos debe dar comida, pero no es porque no trabajamos si no es con hambre, si no por otras muchas razones.

 

Primero, igual que hablamos en la entrada sobre tocar o no a un perro guía, por respeto a nuestro compañero humano que es ciego y que por tanto si vais echando al suelo cosas para que nosotros cojamos no se va a enterar hasta que le demos el tirón, lo que pone en riesgo su seguridad, y además es una falta d respeto hacia la persona que no ve.

 

Por otro lado yo soy una perrita mimada y súper cuidada sí, pero una perra guía, quiere esto decir que tengo una educación que mantener y que hay lugares a los que si no fuese por la educación que los perros guía tenemos no podríamos acceder, como son los restaurantes, los supermercados E.T.C. y para mantener esta educación es importante que tenga claro que no debo tocar la comida, y, por supuesto, que no debo pedir a quien esté comiendo, incluso aunque sea un coptel en el que la comida se sirve con las personas de pié y los camareros pasando con las bandejas llenas, tengo que mantenerme tranquila y echadita.

 

Si cada vez que a alguien se le ocurre me da un trozo de comida, no sabré separar cuando si y cuando no puedo andar pidiendo comida,estas cosas me confunden mucho, y al final Ana y yo tendremos un problema en algún establecimiento público o en cualquier lugar.

 

Por otro lado está el hecho de que me pueda poner malita, depende de lo que sea, sea por exceso de cantidad o por alergias, o por alimentos que a los perros nos sientan mal, puedo tener vómitos o diarreas, y si esto nos pasa en el lugar de trabajo o en algún sitio cerrado, una vez más sería un problema, sobre todo si me habéis dado comida sin que Ana lo sepa, porque no se lo esperará y no sabrá de que viene la situación.

 

En definitiva, que todos comenmos extras, yo la que más, pero siempre que nuestro compi humano lo sepa, sepa lo que es y si es un momento en el que puedo o no recibir chuches.

 

De todas formas, asi en general como consejo y petición, no déis de comer a los perros que no son vuestros, no nos déis por norma todo lo que os sobra, preguntar al humano primero.

 

Coletazos gigantes a todos, y hasta la próxima semana

 

he ido a un concierto de guitarra

Ana y Muriel con las caritas una junto a la otra

Muy buenas, aparezco por aquí después de todas las Navidades sin escribir nada, es que los Reyes magos me dejaron un nuevo muñeco con unos brazos muy largos y una barrigota gorda dentro de la que hay una bolita qque si la muerdo pita, y ahora es mi juguete favorito. Estoy tan contenta con mi regalo que ahora no quiero hacer nada más que jugar con él. El otro día me desperté y Ana descubrió que estaba compartiendo mi colchoneta con mi nuevo muñeco, dijo que parezco un bebé.

 

En fin, como ya han terminado las Navidades con los días de vacaciones y todo lo que conlleva, pues nos toca volver a trabajar.

 

Ayer fui con Ana a un concierto de guitarra clásica, era una sala pequeñita en la que solo caben 28 personas, y tocaba una gran guitarrista, María Esther Guzmán. Al final fui yo la estrella de la tarde!

 

Tanto la guitarrista como sus alumnos me hicieron un millón de fiestas, se quisieron hacer fotos conmigo, y hasta posé, como una estrella auténtica jajaja.

 

Durante el concierto me porté como lo que soy, una fantástica perra guía que sabe comportarse donde sea, y después de cada pieza, la artista estaba pendiente de mis reacciones, pero yo solo levantaba las orejitas para escuchar, y ni me moví, soy muy educada.

 

Ana permitió que todos me saludaran, incluso las fotos, porque todo el mundo fue muy muy respetuoso, todos antes de saludarme le preguntaron primero, y luego me hablaron antes de tocarme, nadie me sujetó ni esas cosas que me incomodan, y nadie me distrajo sin hablar con Ana primero, así que todos muy contentos, Ana porque sintió que la respetaban y me respetaban a mí, y yo porque nadie interrumpió mi trabajo, pero también encontraron rato para saludarme y hacerme sentir bien, todas las personas asistentes al concierto comentaron lo bien que me comporté y lo bien que trabajo con Ana.

 

Cuando son conciertos grandes, o de mucho ruido Ana me deja en casa, pero a sitios como este si que me gusta ir, y llamar la atención también me encanta, pero así, con respeto para humanos y perros.

 

Tengo muchas historias que contaros, volveré muy pronto. Gracias a todos los que interactuáis conmigo con vuestros comentarios y compartiendo mis historias.

 

 

La importancia de los paseos

Ana mirando a cámara con correa Mr Hueso azul, Muriel de fondo con arnés naranja mirando también a cámara y parece que sonría

Hola a todos y todas, vuelvo por aquí y hoy voy a contaros cosas que hago cuando no voy como perro guía.

Muchos días, en vacaciones o fines de semana salimos a pasear sea por la ciudad o el campo, disfrutando de simplemente ser perro. Incluso en las salidas al campo hay zonas por las que no debo ir sin correa, porque es un riesgo o porque es zona protegida y se daña el ecosistema de la zona o los animales que por allí habitan.

En esos casos, o en las zonas urbanas muy abiertas en las que podemos pasear relajadamente Ana tiene una correa larga de Mr. Hueso que es la que utilizamos para pasear y limitar mi libertad lo mínimo posible en esos ratos.

La correa es de un tejido muy ligero, no pesa nada y no daña a las manos humanas, tenemos una de 3 metros y otra de 5 metros, no vivimos solas en el mundo y a veces Ana puede salir acompañada de amigos o familia y entonces utilizamos esta correa para que yo pueda disfrutar también de mis paseos, libertad de movimiento y olfateo.

Estos paseos y estos ratos son muy importantes, es muy beneficioso para mi bienestar que siga siendo perro y comportándome como tal, Ana dice que incluso así trabajo mejor porque no acumulo tensión, que debo ser perro todo el tiempo que sea posible, siempre que Ana no necesite mi ayuda como guía, y no suponga un riesgo para ninguna de las dos.

A veces he oído a algunas personas comentar que eso es peligroso porque podemos comer basura, porque puede haber veneno y que me lo coma, pero Ana piensa que no dejarme un mínimo de libertad para que no exista ningún riesgo pues no es vivir, que los riesgos están ahí y que hay que intentar ser feliz y que tenga una vida en la que sea perra, aunque luego tenga mis ratos de trabajo claro que sí, pero que estos ratos se combinan con paseos de calidad y ratos de juego y felicidad.

Así que ya sabéis, si alguna vez veis a una persona ciega en la ciudad, la montaña o el campo, donde sea, y va con un perrito como yo, pero sin correa o con una correa larga, es porque los perros guía también tenemos vacaciones y tiempo libre, y no debéis sorprenderos, hacemos mucho más que trabajar.

En mi próxima entrada creo que hablaré de nuevo de algo sobre mi trabajo, que al final va a parecer que todo es disfrutar jaja. Si tenéis curiosidades me encantará que me preguntéis y hablaros sobre ellas.

Gracias por seguir compartiendo mis historias y experiencias.

De puente en Madrid

Ana y Pilar en el Parque del Capricho de Madrid

Hola amigos y amigas, ya estoy por aquí, y quiero contaros mis vivencias del pasado puente de la Constitución.

Hemos estado en Madrid, yo nací y me crie en Madrid, ¿sabéis? Y me encanta volver.

El viaje fue en Ave, y esta vez fui bastante bien, bien de espacio, me porté tan extraordinariamente bien como siempre y no me moví durante todo el viaje.

Al llegar empezamos a encontrarnos con gente, volví a ver a mi amigo Ramón, que recordaba yo que juega conmigo, y me puse muy contenta. Luego empezamos a andar por la ciudad y llegamos al metro, ¡qué ilusión! Escuché a Ana pedirme que buscase el metro, vi la boca y recordé que eso lo hacía yo muy bien, ¡qué alegría! ¡verás que bien lo hago Ana! Muevo el rabo súper rápido, es como redescubrir mi trabajo, hago algo que ya sé hacer pero que hace mucho tiempo que no hacía y por tanto me resulta nuevo y atractivo. En Sevilla hay metro, pero la boca no es igual, y los tornos tampoco, así que me encantó trabajar por allí.

Pasamos dos días allí, muy bien, por las mañanas paseaba con Ana por los alrededores del lugar donde dormíamos, y una mañana me encontré con otro perro guía, pero no iba trabajando, iba con un señor de la familia pero que no era la humana con la que el perro trabaja, así que genial, nos saludamos felizmente.

El sábado por la mañana, paseamos a primera hora como siempre, hubo el desayuno como siempre, pero de pronto Ana abrió la puerta de la casa y me dijo, ¡“mira quien viene Muriel!” me asomé y me encontré con Rafa y con Pilar, ¡pero qué alegría tan infinita! ¡qué saltos daba yo!

Rafa y Pilar son mi primera familia, la familia con la que viví el primer año de mi vida y con los que aprendí a ser sociable, a no tener miedos, a subir a transportes y entrar en sitios públicos sin asustarme y con un buen comportamiento, y por supuesto, una familia con la que lo pasé genial, que me quisieron muchísimo y yo muchísimo a ellos, viví con ellos desde la octava semana de mi vida hasta que cumplí un año. Tienen un hijo llamado Daniel al que yo también adoraba, y él a mí, cuando yo era pequeña Daniel y sus amigos se sentaban en el suelo del salón a jugar a la consola, y yo también con ellos, en el centro de todos, todos me querían.

Daniel no vino este día, pero me encontré con Pilar y Rafa que fue para mí una gran sorpresa, una alegría infinita! Me trajeron un juguete, y fuimos a pasear por un parque, ¡a cada rato los miraba y solo con que me devolviesen la mirada ya no podía contener mi alegría y mi rabo loco que se movía sin parar!

Rafa y Pilar con Muriel

Fue un día muy feliz, soy súper feliz siempre cuando me reencuentro con ellos. Casi todos los años nos vemos mínimo una vez, pero siempre es sorpresa para mí, y siempre me pongo súper súper contenta.

Un día hablaremos de las familias educadoras, de la labor que hacen y de lo mucho que hay que agradecerles, y lo mucho que los queremos. De momento
Contaros que un rato con ellos me hizo muy feliz.

mis miedos

Ana y Muriel con las caritas una junto a la otra

Hola, vuelvo a estar por aquí. Lo primero de todo os pido perdón porque he tardado muchos días en escribir, pero es que los perros no siempre encontramos las palabras para contaros, y Ana dice que tiene que estudiar mucho para sus oposiciones y no me presta el ordenador cuando yo quiero.

La cosa es que llega el mes de diciembre, y con él la Navidad y los cohetes, y a muchos de nosotros nos da miedo, a unos más y a otros menos.

Por ejemplo a mi me da mucho miedo cuando hay fútbol, escuchar los cánticos de la afición en el campo me asusta mucho, Ana dice que no entiende a que viene eso, pero el caso es que es así, y quiero contaros que pasa cuando tengo miedo.

Cuando Ana anticipa, por ocasiones anteriores, o porque conoce horario, que habrá cohetes en la calle o incluso que hay partido en el estadio del Sevilla que es el que tenemos junto a casa, intenta reducir las rutas que debemos hacer andando, utilizamos más el transporte público porque por un lado se escucha menos, y por otro yo no sufro tanto, al menos no tengo que trabajar mientras siento miedo.

Si existe la posibilidad, por ejemplo los días de Navidad, dos semanas en las que casi a cualquier hora habrá cohetes, yo me quedo en casa. Mi miedo es bastante moderado, si no trabajo casi no tengo miedo, pero trabajando la verdad, me pongo un poco nerviosa, y Ana piensa que es mejor no exponerme a miedos y que se empeoren, así que en casa me quedo mucho más tranquila.

Si alguna vez nos toca esta situación en la calle y voy trabajando, Ana nunca me riñe si me asusto, suele soltar el asa del arnés unos segundos para que yo sienta que puedo moverme y ese miedo a no poder escapar no empeore mi situación, en principio ella no da importancia a lo que pasa, me habla como siempre, sin reñir y sin proteger, pero sus gestos son de calma. Intentamos que la situación pase pronto y si esos cohetes terminan, solemos parar a oler un par de árboles de forma que yo recupero mi seguridad y seguimos con normalidad, si la situación no termina pues tanto Ana como yo sufrimos lo que nos queda de camino, pero ante todo nunca me riñe y trata de dejarme posibilidad de movimientos en la medida de lo posible, y nunca da tirones de la correa, piensa que eso lo empeoraría todo.

No entiendo que es eso de la pirotecnia, pero no me gusta y me bloqueo si tengo que trabajar ante una situación que de por sí me asusta. ¿vosotros tenéis miedo?