¡Vuelvo a contaros cositas por aquí!
Hoy me apetece describir como es un día cualquiera de mi vida junto a Ana, para que aclaremos cositas, cuanto trabaja normalmente un perro guía y lo que se me exige y lo que no.
Mi día comienza a las 6:15 de la mañana cuando suena el despertador. Normalmente me estiro plácidamente en la cama y que vengna a saludarme a mi jajaja, que es temprano.
Me levanto para comer, y luego mientras en casa desayunan y se preparan para salir yo vuelvo a dormirme, así que hasta las 7 paso de actividad.
A las 7 salgo a la calle y nos acercamos a los arbolitos a hacer el primer pis, parece mentira pero aunque hace muchas horas que no salgo, por la mañana me entretengo mucho antes de hacer pis.
Voy con Ana a dar una vuelta sin el arnés de guiado, solo de correa, aprovecho para olfatear todo y hacer todas mis cositas. Luego ya me ponen el arnés de trabajo y, normalmente vamos andando hasta el hospital Virgen del Rociío, que es donde trabaja Ana. Tardamos unos 50 minutos más o menos.
Cuando llegamos al hospital Ana me felicita mucho y procura llegar 5 o 10 minutos antes de que empiece el volumen grande de compañeros para poder aprovechar nuestros 5 minutos de comer algún premio pequeño y jugar un poco juntas.
En realidad no me parece malo ir al hospital, allí todas las fisioterapeutas, que son mayoritariamente chicas, me quieren mucho y las saludo a todas.
En la sala de fisioterapia ya estoy sin correa ni arnés, tengo libertad para estar en la sala de ordenadores donde casi siempre hay alguien, y en otra habitación que está al lado. A la sala grande llena de camillas y pacientes nunca salgo, me dijeron el primer día que ahí mejor no, y lo respeto. Tengo una colchoneta guay en un rincón por el que nadie tiene que pasar y cuando quiero echarme ahí pues descanso sin que me molesten para pasar o para cualquier cosa, aunque otras veces prefiero ponerme debajo de la mesa, pegada a los pies de quien trabaje en el ordenador, o tumbarme en el suelo cuando entra un rayito de sol, para aprovecharlo.
Sobre las 10:30 Ana sale a desayunar con sus compañeras y yo aprovecho también para hacer un pis y oler algún arbolito, ay una calle llena de árboles y me dejan 5 minutillos para olfatear un poco antes de volver dentro y seguir por allí descansando o buscando mimos de alguien libre de trabajo.
A medio día ya volvemos a casa, suelo estar tan dormida a esa hora que Ana siempre tiene que llamarme dos o tres veces y esperar a que me estire bien antes de acudir a ponerme mi arnés de trabajo y poder salir a la calle, estirar la espalda y patas es muy importante antes de la actividad, todos los fisios lo dicen. La vuelta a casa ya la hacemos en autobús, y lo que andamos ya se reduce a unos 10 minutos. Del tema del transporte público a tope y como me encuentro hablaremos otro día.
Las tardes casi nunca son igual, pero en general por la tarde casi no trabajo, salgo con Ana pero a dar un paseo solo con correa, cerquita claro, en el que puedo olfatear tranquilamente. Otras veces vamos al parque, y aunque tengo que llegar hasta allí trabajando, guiando eso sí, pero
Al llegar me sueltan y juego por allí todo lo que quiero con los perritos y perritas que me encuentre. Ana dice que soy muy buena y está muy orgullosa de mí, aunque yo sé que cada vez que me suelta tiene miedo por si no acudo a la llamada, pero prima mi necesidad de ser perro y aguanta su miedo. A cambio yo siempre acudo, aunque a veces tardo un poco jaja.
Al volver a casa toca comer, momento favorito del día, y ya tras un rato de perseguir a Ana por si se le ocurre escaparse por la ducha o algo así, me voy a dormir y paso de moverme hasta por la mañana.
Ya veis que aunque soy perro-guía, hago mucho más que trabajar, y en el parque encuentro a algún compañero canino que me cuenta que su vida es algo peor que la mía.
Gracias por leerme, me encantan vuestras preguntas y vuestros comentarios, os contaré gmuchísimas cositas más.
Hola Muriel, mola un huevo tu blog y sobretodo tu punto de vista canino.
Pero un día preguntaron a tu humana cómo cogía tus cacas si no podía verlas -ya sabes que eso de usar la nariz a los de dos patas nos cuesta- y me gustaría que nos contases en primera persona tal odisea. Seguro que algún día te has ido lejos a cagar para que Ana usase su nariz, jajaja!!
En fín espero que sigas contándonos cositas!!