Este tema, si se puede o no tocar a un perro, es un tema muy reiterado y discutido, hoy os voy a contar lo que yo escucho decir a Ana, y también mi versión.
Para esto, claro está, yo creo que lo mejor es el sentido común, cuestión de educación, pero los humanos en esto es que sois muy raros. Los perros, entre nosotros, nunca nos saludamos sin habernos comunicado antes, desde bien lejos, y saber si el otro perro con el que nos cruzamos quiere o no interactuar y si quiere hacerlo con más o con menos cercanía, pero los humanos esto de la comunicación no lo tenéis muy trabajado.
Ya hemos dicho que los perros guía somos primero perros, y después guía, pero casi siempre, incluso si vamos de paseo, incluso si no trabajamos, vamos con una persona ciega. En concreto yo voy con Ana, y lógicamente ella no ve lo que pasa a su alrededor, así que lo sencillo, lo bien hecho sería que si me veis y, aún sin conocernos de nada te apetece saludarme, pues que se lo preguntes a Ana, que se lo digas por lo menos, porque ella no sabe lo que está pasando, quien me toca, de que forma, que me hacen, si es un niño o un adulto, y a veces reacciona de formas que pueden pareceros exageradas o desagradables, pero es por miedo, por miedo a no saber que pasa, si solo me acaricias, si se te ha ocurrido darme algo de comer, donde me tocas, hay zonas de mi cuerpo, en mi caso particularmente la cabeza, que no me gusta que me toquen, y mucho menos que me agarren, y Ana lo sabe y trata de evitarlo en la medida que puede, así que cuando os crucéis con una persona ciega, siempre, siempre, dirigiros a ella antes de tocar a su perro, así todo será más agradable para todos.
Cuando voy trabajando con Ana, con mi arnés de guía, yo creo que es de lógica que no me puedes tocar, ni llamar ni esas cosas que pasan, porque a nadie le interrumpen mientras hace su trabajo, a mi tampoco, y porque aunque os gusten mucho los perros, Ana va conmigo a su vida rutinaria, a trabajar, a comprar etc., si le tocase parar cada vez que a una de las personas con las que nos cruzamos le apetece tocarme es que sería un camino eterno, además de una terrible distracción constante para mí , diferenciar cada minuto si saludo o si me centro en trabajar. A veces me veréis parada, esperando al autobús, junto a Ana mientras compra, mientras toma un café o viajando en un transporte público cualquiera. En ese momento no estamos andando, es cierto, pero no he dejado de trabajar. Si en esos momentos me saludáis, tocáis, llamáis etc., pues Ana tiene que interrumpir su actividad, si por ejemplo está pagando y me pongo a saludar a alguien, Ana no podrá utilizar las manos para pagar porque tiene que manejar mi correa, además, en multitud de estos sitios puedo estar porque soy una perra guía, y para ello se me exige un comportamiento, si dentro de cualquier establecimiento público no tengo un comportamiento controlado, porque me pongo a jugar con toda persona que me llama, podríamos tener un problema con el sitio donde nos encontremos o con alguna persona de la clientela que tenga miedo de los perros.
Además con estas cosas ocurre algo muy curioso y que no entiendo, yo estoy echadita y quietecita, alguien me llama y no respondo, sigue llamando y si al final me levanto me reñís, que no te puedes levantar, que voy a tirar a mi dueña, y comentáis que no estoy bien entrenada porque no debemos movernos nunca, ¿para qué me llamáis entonces? Esto para un perro es muy confuso.
Yo creo que es sencillo, cuando esté trabajando no debes distraerme nunca, y cuando vaya de paseo, como cualquier perro, pues hablar siempre con Ana, que sepa quien hay y que está pasando antes de que me toquéis, es cuestión de respeto porque ella no os ve, veréis como todo es mucho más fácil, y no es cierto esas cosas que escucho de que está prohibido que me toque cualquier persona que no sea Ana, que solo puedo conocer su olor, que si me tocáis ya dejo de ser guía, que no puedo ser sociable para que luego trabaje bien, nada de eso, soy una perra, y como a cualquiera de mi especie me gustan los saludos, aunque unos somos más simpáticos, incluso pegajosos, y otros menos, cosas de cada individuo.